martes, 15 de mayo de 2012

Sesión 25: Rebelión en la granja (2ª parte)

Hoy hemos terminado de ver la película, y hemos podido ver como después de la revolución Bola de Nieve intenta planificar un futuro mejor para todos en la granja. Napoleón ayudado por los perros se hace con el poder y poco a poco modifica las leyes que tenían para transformar la granja en una dictadura y beneficiar solamente a los cerdos.
EJERCICIOS:
1.- ¿Que es lo primero que hace Bola de Nieve cuando dirige la granja?
2.- ¿Qué acciones identifican a Bola de Nieve con un lider?
3.- ¿Qué acciones identifican a Napoleón con un tirano?
Os dejo algunas partes del libro, para los que les gusta leer.

CAPÍTULO IX
Benjamín sintió que un hocico le rozaba el hombro. Se volvió. Era Clover. Sus viejos ojos parecían más apagados que nunca. Sin decir nada; le tiró suavemente de la crín y lo llevó hastá el extremo del granero principal, donde estaban inscritos los siete mandamientos. Durante un minuto o dos estuvieron mirando la pared alquitranada con sus blancas letras.
—La vista me está fallando —dijo ella finalmente—. Ni aun cuando era joven podía leer lo que estaba ahí escrito.. Pero me parece que esa pared está cambiada. ¿Están igual que antes los siete mandamientos, Benjamín?
Por primera vez Benjamín consintió en romper la costumbre y leyó lo que estaba escrito en el muro. Allí no había nada excepto un solo Mandamiento. Éste decía:
TODOS LOS ANIMALES SON IGUALES, PERO ALGUNOS ANIMALES SON MÁS IGUALES QUE OTROS.
Después de eso no les resultó extraño que al día siguiente los cerdos que estaban supervisando el trabajo de la granja, llevaran todos un látigo en la mano. No les pareció raro enterarse de que los cerdos se habían comprado una radio, estaban gestionando la instalación de un teléfono y se habían suscrito a John Bull, Tit-Bits y al Daily Mirror. No les resultó extraño cuando vieron a Napoleón paseando por el jardín de la casa con una pipa en la boca; no, ni siquiera cuando los cerdos sacaron la ropa del señor Jones de los roperos y se la pusieron; Napoleón apareció con una chaqueta negra, pantalones bombachos y polainas de cuero, mientras que su favorita lucía el vestido de seda que la señora Jones acostumbraba a usar los domingos.


......(final del libro) »Tenía que hacer una sola crítica del magnífico y amistoso discurso del señor Pilkington.
El señor Pilkington hizo referencia en todo momento a "Granja Animal". No podía saber, naturalmente —porque él, Napoleón, iba a anunciarlo por primera vez— que el nombre de "Granja Animal" había sido abolido. Desde ese momento la granja iba a ser conocida como "Granja Manor", que era su nombre verdadero y original.
»Señores —concluyó Napoleón—, os voy a proponer el mismo brindis de antes, pero de otra forma. Llenad los vasos hasta el borde. Señores, éste es mi brindis: ¡Por la prosperidad de la «Granja Manor!»
Se repitió el mismo cordial vitoreo de antes y los vasos fueron vaciados de un trago. Pero a los animales, que desde fuera observaban la escena, les pareció que algo raro estaba ocurriendo. ¿Qué era lo que se había alterado en los rostros de los cerdos? Los viejos y apagados ojos de Clover pasaron rápida y alternativamente de un rostro a otro. Algunos tenían cinco papadas, otros tenían cuatro, aquellos tenían tres. Pero ¿qué era lo que parecía desvanecerse y transformarse? Después, finalizados los aplausos, los concurrentes cogieron nuevamente los naipes y continuaron la partida interrumpida, alejándose los animales en silencio.
Pero no habían dado veinte pasos cuando se pararon bruscamente. Un enorme alboroto de voces venía desde la casa. Regresaron corriendo y miraron nuevamente por la ventana. Sí, se estaba desarrollando una violenta discusión: gritos, golpes sobre la mesa, miradas penetrantes y desconfiadas, negativas furiosas. El origen del conflicto parecía ser que tanto Napoleón como el señor Pilkington habían descubierto simultáneamente un as de espadas cada uno.
Doce voces gritaban enfurecidas, y eran todas iguales. No había duda de la transformación ocurrida en las caras de los cerdos. Los animales asombrados, pasaron su mirada del cerdo al hombre, y del hombre al cerdo; y, nuevamente, del cerdo al hombre; pero ya era imposible distinguir quién era uno y quién era otro.